Seguir pistas de una red hoy casi invisible, reconocer flujos en la fragmentación de las comunicaciones, interconectar piezas de una maquinaria desbordante. Es lo que se propone Benjamín Ballester frente a la dispersión global del legado cultural de Atacama. Su protagonista, Augusto Capdeville, un funcionario de aduana avecindado en Taltal y devenido arqueólogo, le permite entrar en el circuito de coleccionistas de objetos precolombinos durante las primeras décadas del siglo xx, época que cimienta el desarrollo de disciplinas como la arqueología y la antropología. Para el autor, Capdeville es más un profesional de las exploraciones y excavaciones litorales que un amateur ensimismado y voluntarioso. De hecho, participa con muchos otros personajes, conocidos y no tan conocidos, en el extractivismo de cementerios y conchales taltalinos, forjado al calor de los cateos y el auge minero. Así, entre sacos de salitre, el libro narra el movimiento de algunas de las piezas arqueológicas desde Taltal hacia distintas latitudes, actualmente depositadas en archivos, museos y colecciones privadas de América y Europa. Como las epístolas, desplegadas siempre en coautoría, nos invita a trazar las idas y vueltas de las incontables rutas surcadas en la afanosa construcción científica y su discurso sobre el pasado
La diáspora de Capdeville. Flujos epistolares y de objetos precolombinos
$10.000



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